Psicóloga Organizacional con Postítulo Administración de Empresas PUC, Coach CTI y alumni Singularity University Silicon Valley. Chief People Officer Walmart Chile, profesora Pontificia Universidad Católica, mentora WoomUp y miembro del International Women’s Forum.
LA IMPORTANCIA DE PARAR
Mi hija Julieta aún no cumplía un mes y yo tenía treinta y un años.
Decido aprovechar mi postnatal para completar varios trámites que nunca realicé por mi demandante vida laboral. Un “pendiente” era ir al dermatólogo para revisar un par de lunares de aspecto irregular, los tenía hace casi un año y sangraban cuando los tocaba. “Eso es un cancerito de piel” me dijo la dermatóloga tan suavemente como pudo. Me explicó que debía extirparlos lo antes posible, pero que la operación podría interrumpir la lactancia materna. Decidimos hacerlo cuando mi hija cumpliera tres meses. La operación consistió en un “combo” donde me extirpé cinco lunares vasocelulares y simultáneamente me sacaron un cálculo vesicular de 4 centímetros (otro “pendiente”). Felizmente, después de la anestesia general, seguí amamantando hasta los ocho meses y Juli se convirtió en una guagua rica de cachetes regordetes.
Este episodio cambió algunos hábitos para siempre. Nunca más tomé sol. Uso protector 50+ permanente. Controles cada tres meses. Siguieron apareciendo lunares y un año después me descubrieron un melanoma. Lo extirpamos a tiempo y la vida me dio una segunda oportunidad.
Comparto esta historia personal, porque refleja en un extremo qué pasa cuando no nos damos tiempo para nosotros. Nos pasa todo el tiempo. Postergamos exámenes médicos. No nos tomamos los 15 días de vacaciones anuales. No le dedicamos 60 minutos a almorzar durante la semana. Compartimos poco tiempo de calidad con la familia.
Hoy como líder de un equipo, soy consciente de que el impacto de no parar trasciende a nuestra persona. Pasamos a impactar a quienes nos reportan, a sus familias y al resto de los equipos relacionados. “Parar para seguir” es una frase que acuñamos en mi equipo y tiene gran sabiduría. Parar para reflexionar, mirar el bosque y no los árboles. Para meditar y tomar mejores decisiones en el largo plazo. Para descansar, reponer energías, cuidar el cuerpo y la armonía general.
¿Cómo se consigue hacerlo? La pandemia nos dio cátedra global con su pausa forzada, postergando viajes, encuentros, proyectos y matrimonios. No obstante, durante el teletrabajo multiplicamos reuniones y trabajamos más que antes, pese a reducir los desplazamientos.
Yo aún estoy en ese camino de aprendizaje y reconozco que me es difícil. De a poco me he puesto algunas metas y espero avanzar más en 2021. Me obligué en 2020 salir una vez a la semana a hacer ejercicio, y ahora espero lograr hacerlo dos veces. Reducir la cantidad de reuniones semanales y que cada una dure máximo 45 minutos. Tomar los viernes en la tarde libres. Ver más películas y disfrutar más juegos de mesa con mis niños. Nunca postergar mi chequeo médico anual. Es un comienzo.
En el liderazgo de equipos esto se traduce para mí en dos elementos que necesitamos fomentar:
@ Claridad en los objetivos y priorización de actividades según su nivel de impacto. Esto implica también tomar decisiones sobre iniciativas que dejaremos de hacer. El tiempo y recursos son limitados y necesitamos ser criteriosos en nuestras decisiones.
@ Empoderar a cada persona para que cuide su tiempo. Cada uno es dueño de su agenda y debe asegurar pausas, tiempos de descanso y desconexión, por ejemplo, bloqueando espacios de almuerzo y horarios personales.
Este año capitalizaremos muchos aprendizajes de la pandemia. La capacidad de reinvención y transformación todos debemos desarrollarla y fomentarla, ya que nos ayudará a seguir adaptándonos a cualquier cambio futuro. Pero esto debe darse en conjunto a mayores momentos de reflexión, cuidado y atención, para dar tributo a lo que más valoramos en la vida.
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