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Columna de FRANCISCA BEZMALINOVIC

Directora en Francisca Bezmalinovic y Cia Ltda, Licenciada en Estética. PUC./Certificado Gestión Cultural para las Artes y la Cultura, PUC. Licenciada en Ciencias Jurídicas y Sociales, UNAB.


LA FELICIDAD DEL OTRO TU PROPIA FELICIDAD


Es increíble que a pesar de los grandes avances de la vida y de existir tantas posibilidades para tener una vida mejor, solo un pequeño grupo de personas se sientan plenamente felices.


Es tanta la cantidad de estímulos, que nos cuesta distinguir el potencial que poseemos en nuestro interior para desarrollarnos íntegramente.


Tendemos a pensar erróneamente que el tener acceso a muchas cosas nos puede garantizar la felicidad, cuando realmente lo único que nos puede entregar esa felicidad viene de adentro de nosotros mismos, de nuestra manera de enfrentar la vida y del sentido que le damos a nuestra existencia. Sin embargo, ¿qué sentido tendría este potencial si no lográramos llevarlo hacia los otros?  Lo que nos distingue de la naturaleza y lo que nos hace ser humanos, es precisamente el hecho de ser seres sociales y de desarrollamos con relación a los demás.


Este último tiempo he leído varios libros de diferentes autores, que abordan la temática sobre qué es verdaderamente una vida plena, bien vivida o qué cosas realmente nos llevan a vivir una vida mejor, más saludable, ojalá más larga y sobre todo, con más felicidad. En todos ellos hay un denominador común que más bien dice relación con el desarrollo del espíritu humano, con la manera en que elegimos vivir nuestro trayecto, en quiénes decidimos ser pese a toda adversidad y en la importancia del contacto con los otros, la entrega, la solidaridad y sobre todo en los afectos. 


Claramente el camino no está en tener más, sino en encontrarle sentido a nuestra vida y potenciarlo, cualquiera sean las circunstancias. Habiendo descubierto esa razón de ser, nada nos podrá dar más felicidad que vivir con coherencia y autenticidad de acuerdo con los propios propósitos y valores, ya que pocas cosas dan tanta tranquilidad y paz como el lograr ser leal a tus propias convicciones, lo que además nos ayuda a relacionarnos con los otros de manera más positiva, teniendo claro cuál es nuestro potencial y qué estamos dispuestos a entregar.


En este camino es imposible estar ajenos a sufrimientos o dificultades, pero creo por las experiencias que he vivido, que hay una felicidad inmensa en la superación de las adversidades y en esos rayos de luz que se asoman cuando todo parece incierto, ya que la felicidad se vive y siente aún más, cuando has estado en medio de una tormenta y finalmente llega la calma. Frente a cada desafío o enfermedad podemos luchar hasta el cansancio y eso es estar vivo, motivo suficiente para estar felices. En cambio, una vida sin adversidades, pero no vivida en plenitud puede transformarse en una verdadera enfermedad de la que podemos llegar a morir en vida. En momentos de alegría o adversidad, lo que nos sostiene es compartir y el apoyo mutuo.


Si hay algo que da verdadera felicidad es incluir en nuestras vidas el favorecer el bienestar ajeno como fuente de felicidad propia. Esto es fundamental y me hace infinito sentido, por lo mismo, intento aplicarlo en mi vida cotidiana, ver al otro, descubrir en qué puedo contribuir o ser útil también para los demás, ya que somos al relacionarnos. Encontrar en qué podemos contribuir a este mundo hace que nuestra vida tenga aún más valor y significado.


Esta satisfacción que genera el bienestar del otro, también la vivo plenamente en mi mundo del arte, donde nada me puede dar más felicidad y orgullo que ver a nuestros artistas logrando visibilizar su talento, mostrando sus capacidades, siendo reconocidos por otros y en diversos lugares donde no importa el lenguaje verbal sino el lograr conectar con la obra y encontrar en ellas algo valioso o que te haga sentido.  Eso sí que me llena, me hace vibrar y me regala una felicidad increíble.


Qué lindo ver como otros han construido maravillosos caminos, eso siempre nos suma a todos, porque la felicidad no solo es nuestra realización personal, sino también es ver bien y felices a los demás. Ser capaces de mirar, apreciar, querer los triunfos de otros, contribuye a fortalecer las relaciones, a vivir en entornos más afectuosos y con más amor.


Podemos pensar que en el mundo del arte y de la creatividad se encuentra mucha satisfacción solo por la grata sensación o emoción que nos provoca apreciar una obra con nuestros sentidos. Sin embargo, como en todas las áreas de la vida, la experiencia artística va mucho allá de ese momento individual, pues el arte es por sobre todo, un lenguaje que busca comunicar una realidad o sentimiento. En este encuentro todos suman, con sus distintas percepciones y sentires. Esa es la magia del arte y su universalidad: la potencia del arte está en el encuentro con el otro, y en esa conexión encontramos un sentido. El descubrir el sentir del otro da felicidad.   


Trabajar por la felicidad de los demás nos regala infinitos beneficios, relaciones más saludables y de mayor afecto. Esto es algo que está presente en el sello y espíritu de Mujeres Influyentes, una comunidad donde estamos constantemente conociendo el sueño de otras mujeres para apoyarnos, darnos entre todas la mayor visibilidad y ayudarnos a sacar adelante diferentes proyectos, viviendo una felicidad sinérgica y empática que es tan necesaria, entendiendo la dicha que te produce ayudar, compartir y no competir.


De lo único que tenemos certeza es de la fugacidad de la vida de la cual no nos podremos llevar nada. Por lo mismo, la máxima felicidad debería ser siempre lo positivo de un viaje compartido, sumar alegrías para otros, vivir experiencias colaborativas, trabajar por los sueños de los demás y hacerlos comunes, poniendo en este trabajo todo el corazón. Hacer de la felicidad del otro, la tuya propia.


@franbezmalinovic

 

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